Querido lector, para usted, ¿qué es un problema?

Esta es una de mis preguntas favoritas que suelo hacerle sobre todo a desconocidos, especialmente a aquellos que visten con alguna prenda o accesorio color rojo.

Lo fascinante de esta pregunta es que no importa cuántas veces la haga, las reacciones de las personas al contestar casi siempre son similares: desagrado, frustración y una cantidad brutal de energía invertida en demostrar por qué al mundo o a su esposa o a su cliente o a su cuñado les hacen falta unas cuantas neuronas y si tan solo ellos pensaran un poco más (o fueran un poco más trabajadores o sensibles), el mundo sería un lugar perfecto.

Por supuesto que siempre muestro una gran cantidad de interés en sus respuestas (por más repetitivas y banales que me puedan parecer) y al final les hago otra pregunta:

¿Cree usted, amable señor, que llegará el día en que no tenga problemas?

Este es el momento Instagram donde el 88.76 % se me queda viendo como si les hubiera hecho la pregunta en suajili (lengua nativa de Kenia). Algunos son muy tiernos y sacuden la cabeza, como intentando prender el procesador. Otros se enfadan y simplemente se van; la mayoría cambia de tema y comienza a platicar sobre el clima.

Y usted, querido lector, ¿qué problemas tiene?

Para algunos, los problemas son la merde de la vida. Para otros, el abono con el que crecen su fortaleza interior y desarrollan grandes fortunas y emporios.

El verdadero problema no es que haya un problema; estos son inevitables, son parte de la vida y causa de que usted y yo podamos tener un negocio. El conflicto con los problemas son nuestras expectativas, que generan emociones que nos hacen querer huir de los problemas y verlos como merde. Es decir, nos comportamos cual chilpayates inmaduros quejándose con su mamá (dios, religión, pareja o cliente) cuando algo no sale como lo deseamos.

Las mentes más brillantes de este mundo buscan los problemas, se abalanzan sobre ellos y se los comen vivos. Es por eso que pueden crecer y brillar cual luna llena en noche de octubre.

Analicemos y mejoremos.

Los problemas no van a desaparecer. El primer paso es, entonces, asumir con plena certitud que todos los días tendremos que enfrentar problemas. En el momento en que aceptemos que la vida es así, entonces podemos comenzar a transformarla. 

Esto nos hace comprender la siguiente verdad: un problema es solamente un hecho no esperado y usualmente no deseado que genera emociones negativas en nosotros. Es decir, los problemas en sí no existen; existen ciertas circunstancias que al no ser esperadas nosotros etiquetamos como problemas.

Si le quitamos la palabra problema a la circunstancia y la analizamos de manera objetiva (con la menor cantidad de emociones posible), veremos que siempre existe una solución y que un gran porcentaje del tiempo esta casi siempre es obvia y clara una vez que vemos el problema como una situación objetiva por resolver, en lugar de una situación personal que frustra nuestros deseos y expectativas.

Bruce Lee llegó a ser uno de los mejores artistas marciales gracias a sus problemas. Bruce tenía una pierna casi cinco centímetros más corta que la otra, lo cual imposibilitaba practicar las artes marciales comunes en su época. Esto lo llevó a desarrollar su propio estilo, donde la situación de tener una pierna más corta se convirtió en una fortaleza. 

No fue un problema, sino una situación la que lo llevó a tener una ventaja.

El crecimiento de su empresa, querido lector, radicará en la cantidad de problemas que quiera resolver cada día y en la habilidad para separar las emociones que nos hacen tomarlos de manera personal.

Por eso hoy lo invito a brindar con un Campari por los problemas y por el nunca dudar de nuestras capacidades internas para transformarlos en grandes ventajas.

Su querido MMJOC.

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