¿Cómo aplicar la inteligencia emocional en los equipos de trabajo en nuestros días?
Partiendo de la pregunta ¿Qué es la inteligencia emocional? La inteligencia emocional es la capacidad de reconocer, sentir, controlar y modificar nuestros propios sentimientos y los sentimientos de los demás, motivarlos y manejar adecuadamente las relaciones que sostenemos con los demás y con nosotros mismos. Esta definición la menciona Daniel Goleman en su libro Inteligencia emocional.
A finales del siglo XX, algunos teóricos de negocios, como Meredith Devadas y Hughto Blanchard, entre otros, popularizaron, a través de sus teorías, el trabajo en equipo, el liderazgo, las competencias y las habilidades que hoy en día demandan las empresas a los colaboradores, los cuales se enfocan en ser altamente eficientes.
Goleman menciona que para mejorar el rendimiento de los equipos de trabajo y hacerlos eficientes se deben desarrollar ciertas competencias y habilidades: proactividad, liderazgo personal, administración del tiempo, sinergia con los equipos de trabajo, comunicación efectiva y asertiva, y gestión de las emociones.
Conocer y controlar las emociones facilita la comprensión del comportamiento en la empresa tanto a líderes como a integrantes de los equipos de trabajo.
Con inteligencia emocional en la empresa, Daniel Goleman se refiere a algunas aptitudes por desarrollar, como el autoconocimiento, el control de las emociones, el reconocimiento de las emociones en los demás y el establecimiento de relaciones.
Autoconocimiento – Conocer las propias emociones
Significa aprender a reconocer los propios sentimientos, emociones o estados de ánimo y los de los demás
Controlar las emociones
Aprender a reconocer las propias emociones facilitará poder controlarlas; al entenderlas, podremos identificar y modificar los estados de ánimo desfavorables que se pueden presentar en la cotidianidad del trabajo. Por ejemplo, si somos conscientes de nuestro mal humor, podemos evitar llegar a conductas inapropiadas o irrespetuosas, como hablar a gritos, estar molestos o tomar malas decisiones. Al controlar las emociones podemos ser más conscientes de una determinada situación y no dejarnos llevar por sentimientos de ira, enojo, molestia, sino tratar de ver las circunstancias desde un lado positivo o neutral (es decir, no tomar la situación como algo personal).
Automotivación
El entusiasmo y la perseverancia son aspectos que están ligados con la motivación. Conocer y orientar nuestras emociones hacia un objetivo nos permitirá mantener la motivación y fijar nuestra atención en las metas. Las personas estamos capacitadas para automotivarnos, es decir, para inducirnos a nosotros mismos emociones y estados de ánimo positivos, como la confianza, el entusiasmo y el optimismo; podemos desarrollar nuestras capacidades, ponerlas a prueba y mejorarlas para tener mayor confianza en nosotros mismos.
Controlar los impulsos
Es reconocer las emociones ajenas, aquello que los demás sienten y que en ocasiones se puede manifestar mediante gestos en el rostro, una mala contestación, etc. Reconocerlos nos puede ayudar a entender la situación y a utilizar esto a nuestro favor para establecer lazos más reales y duraderos con las personas de nuestro entorno.
Podemos aprender a controlar los impulsos si somos conscientes de cómo reaccionamos en las diversas situaciones de la vida.
Establecer relaciones
Podemos desarrollar la habilidad de interpretar las señales emocionales de los demás.
Esta habilidad rodea la popularidad, el liderazgo y la eficacia interpersonal.
Hoy en día las organizaciones son redes de participación; para lograr un desempeño efectivo en los colaboradores, la clave está en inyectar entusiasmo y compromiso. El nivel colectivo de inteligencia emocional de una organización determina el grado en que se desarrolla su nivel de capital intelectual y desempeño general.
A continuación presentamos una tabla de inteligencia emocional sobre cómo actuar de manera individual y en los equipos de trabajo.
La inteligencia emocional representa un buen aporte a la gestión empresarial al brindar las siguientes aptitudes:
- – Buena escucha y comunicación oral
- – Adaptabilidad y respuestas creativas ante la adversidad
- – Dominio personal
- – Confianza en uno mismo
- – Motivación para trabajar por un objetivo en común
- – Efectividad grupal e interpersonal
- – Trabajo en equipo
En un entorno laboral de creciente profesionalización, en el que las personas son muy buenas en labores específicas, la productividad depende cada vez más de la adecuada coordinación de los esfuerzos individuales. Por esa razón, la inteligencia emocional, que permite implementar buenas relaciones con las demás personas, es un capital inestimable para el trabajador contemporáneo y aporta, de gran manera, la clase de cualidades que más nos ayudan a convertirnos en auténticos seres humanos.