Si usted no había escuchado el término ciudadano desarrollador (o citizen developer, en inglés), no lo culpo; me parece que hace tan solo unas cuantas semanas casi nadie estaba familiarizado con ese nombre.
Yo en lo personal lo escuché por primera vez a mediados de julio de este año en el evento anual de Microsoft, donde el fabricante platicó su estrategia para el año siguiente. El concepto me pareció interesante y me gustaría compartirlo con ustedes, ya que creo que va a tener la posibilidad de existir en la mayoría de las organizaciones.
Para empezar a explicar lo que el término significa, partamos de una frase que se ha venido popularizando en los últimos dos años: “Toda compañía es una compañía de software”. Lo que esta frase quiere decir es que para competir en el mercado de hoy, las empresas deben ser muy ágiles, capaces de responder a los cambios del entorno con rapidez y tomar decisiones con base en los datos que genera su organización al momento. Para lograr esto, todas las empresas requieren cimentar sus operaciones en sistemas que manejen sus procesos y tener la mayor parte de su información digitalizada y compartida, en ocasiones generando plataformas en las que puedan colaborar sus proveedores y sus clientes para obtener el máximo crecimiento y eficiencia.
En este mundo, los desarrolladores se vuelven muy importantes, pues construyen los sistemas y los flujos de trabajo que ayudan a las empresas a crear y optimizar el corazón de sus negocios.
Sin embargo, existen dos limitantes importantes cuando hablamos de los desarrolladores:
Primero, no hay suficientes desarrolladores para cubrir la demanda de las organizaciones. Como la mayoría de las empresas requieren desarrollos, la demanda para desarrolladores está superando al número de candidatos disponibles; esto los hace caros y difíciles de encontrar. Por lo mismo, una organización no va a enfocar a su desarrollador en una tarea pequeña.
Segundo, muchos de los procesos de negocio que requieren automatización o mejora no son conocidos o evidentes para los desarrolladores; exigen conocimientos operativos o de negocio particulares que solo son dominados por aquellas personas que los viven y ejecutan todos los días.
Estos puntos hacen que surja la figura del ciudadano desarrollador. El ciudadano desarrollador es una persona con conocimientos básicos en tecnología –digamos Excel, por ejemplo–, pero que no tiene una formación especializada en el desarrollo, y que utiliza alguna herramienta que permite crear programas o automatizar procesos sin la necesidad de conocer o escribir código o manejar lenguajes de programación.
Microsoft ha liberado algunas herramientas como PowerApps y Flow, las cuales permiten a una persona con una capacitación básica hacer flujos de trabajo que permiten automatizar tareas que antes se realizaban de forma manual. Algunas alternativas similares son AppSheet, Glide y Corteza.
Utilicemos un ejemplo para darnos una idea de lo que se puede realizar por un ciudadano desarrollador para mejorar a una organización. Todos hemos visto los libros de registro de visitantes de las empresas; estos son llenados por los visitantes de forma manual utilizando campos como el nombre de la persona, a quién visita, de qué empresa viene y su hora de entrada y salida. No estoy muy seguro, pero en lo personal no he visto que se saque demasiada información de ellos, salvo que una persona quiera recordar el nombre de un visitante que haya venido en las últimas 48 horas. Es muy complejo obtener datos estadísticos de esos libros, y si se consigue es porque una persona se dedica a transcribir el libro a un registro, aunque con la letra que tenemos algunos visitantes, me imagino que esto es una tarea compleja y con un margen de error alto.
Un ciudadano desarrollador que trabaje cerca de ese proceso –por ejemplo, una recepcionista o un guardia de seguridad– podría, tomando una capacitación de un par de horas, hacer una hoja de cálculo en Excel que tuviera los campos necesarios, convertirla a una plantilla con PowerApps que se pudiera ejecutar en una tableta y que esta plantilla llenara una base de datos. Con esa información, alguien de la organización podría obtener información como quiénes son los visitantes más frecuentes o cuáles son los horarios/fechas más concurridos. Estos datos nos ayudarían a tomar decisiones que nos permitieran dar un mejor servicio.
La estrategia para impulsar a los ciudadanos desarrolladores es sencilla, aunque requiere que la cultura de la organización aliente la innovación y la promoción de ideas por parte del personal. La inversión no es demasiado alta, ya que las herramientas tienden a ser de bajo costo (PowerApps viene incluida en la mayoría de las versiones de Office 365).
La habilitación de las personas de la organización se puede hacer mediante cursos internos, impartidos por el desarrollador principal de la organización o alguien del departamento de sistemas a quien se le encargue la tarea de aprender la plataforma y dar una capacitación de dos o tres horas cada dos meses al personal interesado. También se puede buscar una organización externa que imparta las capacitaciones a los colaboradores y resuelva algunas de las dudas de los usuarios.
Conforme la cultura de la empresa fomente la creatividad, más personas se sumarán al proyecto, ya que hoy todos utilizamos la tecnología en nuestra vida diaria y solo necesitamos un pequeño impulso para lanzarnos a hacer proyectos sencillos que facilitarán nuestras labores y nos harán más productivos.
Si desea conocer más sobre el ciudadano desarrollador, no dude en enviarme un correo a j_panas@hotmail.com. Si desea conocer más sobre cómo fomentar una cultura de innovación y creatividad en su empresa, por favor acérquese a la Comisión de Innovación de Coparmex.