En mi proceso de formación como economista, me era difícil entender cómo a los países subdesarrollados o en vías de desarrollo les era tan difícil llegar al primer mundo cuando veía indicios de que así pudiera ser. Es una impotencia querer llegar a esa calidad de país y ver año tras año que por más políticas, acciones y métodos que implementen estas naciones, simplemente no alcanzan las condiciones para pertenecer a esa élite mundial.

Tuve la fortuna de encontrarme entre mis lecturas una explicación a este círculo vicioso de la pobreza en palabras de Ragnar Nurkse, quien nos lo explica de la siguiente forma:

Por el lado de la oferta

Por el lado de la demanda

Además de estos orígenes, existe un origen unilateral de la pobreza por falta de recursos naturales, que en el caso de México no parece ser un problema.

El bajo estímulo para las inversiones y la poca capacidad de ahorro se debe a un mercado pequeño, es decir, la falta de poder de compra de los ciudadanos en términos reales (lo que importa es cuánto puedes comprar con lo que tienes, no que tengas más dinero que antes); por tal motivo, poner más dinero en manos de los ciudadanos no es la solución, pues esto crea otro problema: inflación.

Para eliminar el problema de un mercado pequeño es necesario aumentar el volumen de producción, es decir, mejorar de forma generalizada la eficiencia productiva de las empresas de un país, creando cadenas de valor internas (Ley de Say) y un crecimiento equilibrado, lo cual genera un dinamismo empresarial.

Por lo anterior, las inversiones productivas deben propiciar y originar un aumento de bienes tanto de consumo como de servicios que correspondan a la estructura de la demanda de los consumidores del país a un mediano o largo plazo, pese a las repercusiones económicas que pudieran originarse en el corto plazo por dichas inversiones.

Concluyendo: mientras un país no invierta internamente para aumentar su producción y eficientar su productividad respondiendo a las necesidades locales y de manera generalizada, su mercado seguirá siendo pequeño. Hay que apostarles a la ciencia e innovación local, a crear cadenas de valor dentro de los países, y tener como principal objetivo nuestro mercado interno en vez de buscar aumentar nuestras exportaciones, porque esto último solo beneficia a los países industrializados, pues estos consiguen productos más baratos, productos que probablemente el país que los manufactura no necesita.

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