Con frecuencia, los líderes se plantean esta pregunta: ¿Cómo lograr el máximo desempeño de mi equipo? La respuesta a esa interrogante implicaría, en muchos de los casos, cambios significativos en la manera de liderar, gestionar y desarrollar sus equipos, para así convertirlos en equipos de alto rendimiento.
El líder ha de ser consciente de que un equipo de alto rendimiento se caracteriza por que el liderazgo tiende a ser participativo y rotativo; por consiguiente, si pretende convertirse en líder de un equipo de alto rendimiento, debe tener un interés genuino en trabajar en su persona y desarrollar constantemente su autoconocimiento, su integridad y su humildad, con el objetivo de reconocer en usted y en los otros miembros del equipo las fortalezas y debilidades individuales para poder automotivarse y motivar a otros, así como para influir en los demás, facilitarles potenciar sus talentos y desarrollarlos en aquello en lo que no son tan buenos.
El líder de un equipo de alto rendimiento tiene claro que las cosas no se hacen porque “hay que hacerlas”, sino que se hacen porque quien debe hacerlas está calificado para ello.
¿Cómo formar un equipo cohesionado y eficaz?
Patrick Lencioni, en su libro “Las 5 disfunciones de un equipo”, afirma que es posible imaginar cómo se conducen los miembros de un equipo verdaderamente cohesionado, donde:
- Confían unos en otros.
- Se anticipan a los conflictos; cuando existen, los confrontan y los contemplan como fuentes de progreso.
- Se comprometen con decisiones y planes de acción.
- Se responsabilizan mutuamente por el cumplimiento de esos planes.
- Se centran en el logro de resultados colectivos.
En un equipo de alto rendimiento, los miembros reconocen la importancia de comunicarse de manera honesta y efectiva, gestionando sus conflictos y manteniendo así relaciones de confianza, que los llevan a conservar altos niveles de compromiso. Tienen muy claro el propósito de sus organizaciones, así como sus roles y la distribución justa de cargas de trabajo, lo que les permite alcanzar metas no solo grupales, sino también individuales, y por ende, altos niveles de rendimiento.